Empaquetar + Enviar

Vos tenés muchas cosas en la cabeza, pero ahí adentro, no están interactuando con nada ni nadie, y lo único que logran es complicarte el sueño a vos. Los demás ni nos enteramos.

ideas

El primer paso es sacarlo de tu cabeza al mundo. Hay que empezar a empaquetar y enviar. Cada idea, cada aporte, cada nueva solución, hay que sacarla de la cabeza y compartirla con el mundo.

 

¿Por qué?

«Las ideas, al compartirlas, pintan mejor de lo que uno las ve», me dijo un amigo.

Cuando compartimos una idea, se vuelve fértil, crece, se nutre de la perspectiva del otro. Y, más importante que todas esas cosas, cuando salen de nuestro diálogo interno, podemos evaluar nuestras ideas, saber si son viables o no, si suenan tan bien como sonaban en la ducha, o en el subte, o mientras paseabas al perro.

No hay forma de testear una idea desde nuestra imaginación. La única forma de hacerlo, es en un contexto real, bajo condiciones reales. Y para eso, hay que empaquetar y enviar.

empaquetar + enviar

¿Qué significa, puntualmente, esto? Empaquetar refiere, simplemente, a dejar de dar vueltas. A menudo, resulta difícil encontrar un equilibrio entre trabajar de menos en una idea, y trabajar de más. Para cualquiera de los extremos, el exceso nos juega en contra.

Empaquetar una idea es decidir que es hora de cerrarla. No de dejarla tal cual está, sino de ordenarla y cerrarla sin seguir desarrollándola. Y enviar una idea es compartirla, para que crezca. Si lo leíste bien, entendiste que se trata de aceptar, en algunas ocasiones, que vos mismo ya no podés seguir dándole forma a una idea, y que necesitás desprenderte, y sacarla al mundo, para que otros puedan desarrollarla y hacerla florecer.

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Empaquetar y enviar es un acto de desprendimiento. Es entender que hay veces en que, por el bien de tu idea, tenés que correrte del medio y dejarla madurar por su cuenta.

 

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Un comentario en “Empaquetar + Enviar

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