Cara a cara

Hace un par de semanas me tocó asistir a la 95va reunión del IETF. ¿No sabés qué es el IETF? Está perfecto. Casi nadie sabe.

IETF es la sigla de Internet Engineering Task Force. Capaz te suena re potente «Task Force» y si es así, tenés razón. «Task Force» se traduce literalmente como «fuerza de tareas», y es una expresión que quizá hayas escuchado en alguna película de acción, en esas que de repente se complica todo, y vienen los de SWAT. Si me lo permitís, yo me animo a decir que el IETF es como la Liga de la Justicia, pero en vez de Superman, la Mujer Maravilla, Batman y Aquaman, sus miembros son las mentes que estuvieron detrás de la creación, el diseño y la puesta en marcha de Internet. Son los ingenieros que se encargaron de desarrollar e implementar la red de redes que hoy es la base de casi todo lo que hacemos. Es decir, no son los Superamigos, pero igual tienen superpoderes.

liga_de_la_justicia

Estos tipos son los que crearon cosas como el IP y el HTTP, y un montón de otros protocolos (sí, la P al final de las dos siglas es la P de Protocolo) que seguramente habrás escuchado mencionar, y que son las que definen nada más ni nada menos que la forma en que dos máquinas, cada una en su punta del planeta, se conectan, se reconocen y se intercambian información.

Y el IETF, que podríamos decir es uno de los grupos más tecnológicamente avanzados que uno se pueda imaginar, y que sin dudas está acostumbrado a la interacción digital y remota, 30 años después de su fundación, sigue manteniendo la saludable costumbre de juntarse 3 veces al año para verse las caras, «porque así es como se hacen las cosas», comenta uno de sus miembros, Eric Osborne, principal arquitecto de red en una compañía multinacional, de las más grandes del mundo en servicios de conectividad.

Eric tiene a su cargo la difícil tarea de tomar decisiones todos los días, sobre cómo y a dónde dirigir el tráfico de Internet, que crece a pasos agigantados hora a hora, de la manera más fluida posible, para que la experiencia del usuario sea lo más agradable y eficiente posible. Día tras día, él y sus pares trabajan para acortar las distancias entre los usuarios, para que cada vez sea más parecido hablar con alguien a través de una máquina que hacerlo en persona. Y aun así, ellos reconocen, entienden y valoran la calidad de lo que se puede lograr en un encuentro breve, cara a cara, con otra persona.

cofi

 

Dice Eric: «Todas las cuestiones técnicas son geniales, y las presentaciones y discusiones ayudan mucho a crecer y a mejorar… pero cuando te podés sentar y tomarte un café o un whisky con alguien, así es como se logra que las cosas salgan.»

Y tiene mucha razón.

 

HOME

Darse cuenta es irreversible

Este es un dogma personal que adopté hace un buen tiempo.

Según el principio de refutabilidad, pilar del método científico, toda proposición científica debe poder ser refutada, y por ende, una hipótesis nunca puede alcanzar el status de ‘verdadera’, sino sólo el de «aún no refutada«, mientras siga poniéndose a prueba y replique los mismos resultados. Esto abre la posibilidad de que, en un futuro, se demuestre que no es correcta, y se avance hacia un nuevo estado del conocimiento.

Mientras tanto, es lo más cercano que tenemos a la verdad: no es la verdad; es lo más cercano, por ahora.

Para mí, la fórmula ‘darse cuenta es irreversible’ funciona de esa misma manera. No es una cosa inamovible, incuestionable, ni irrefutable. Pero una vez tras otra, lo sigo poniendo a prueba, y sigue funcionando como el primer día. Dejame que te cuente por qué.

La pareidolia es un fenómeno psicológico que hace que veamos rostros humanos en lugares en los que no los hay. En esta foto de un elefante, se puede ver el rostro de una mujer en la oreja del animal. Lo que nos interesa es que, una vez que nos dimos cuenta de que puede verse así, no podemos dejar de verlo. Darse cuenta es irreversible.

elefanteidolia

 

sobre la comunicación no verbal

Desde mediados de 2012, cuando empecé a interesarme por la Comunicación No Verbal (CNV) y a leer la literatura científica sobre el tema (principalmente, el trabajo de Paul Ekman), este dogma tomó dimensiones mucho más reales. Es como aprender a leer: de repente, las mismas cosas que antes veíamos como formas y colores, tienen nuevos y profundos significados. Y una vez que aprendés a leer, no podés volver a la etapa en la que veías formas y colores: las palabras están inconfundiblemente ahí, y las leés sin pensar. No elegimos leer.

Si tenés tiempo -y ganas-, te recomiendo fuerte que aprendas a leer los códigos del cuerpo, y que aprendas cómo juegan las emociones en nuestros contextos cotidianos. Te vas a dar cuenta, como por arte de magia, de toda la riqueza significativa que te estabas perdiendo en la interacción con otras personas, y con vos mismo.

Y darse cuenta es irreversible.

HOME