Empaquetar + Enviar

Vos tenés muchas cosas en la cabeza, pero ahí adentro, no están interactuando con nada ni nadie, y lo único que logran es complicarte el sueño a vos. Los demás ni nos enteramos.

ideas

El primer paso es sacarlo de tu cabeza al mundo. Hay que empezar a empaquetar y enviar. Cada idea, cada aporte, cada nueva solución, hay que sacarla de la cabeza y compartirla con el mundo.

 

¿Por qué?

«Las ideas, al compartirlas, pintan mejor de lo que uno las ve», me dijo un amigo.

Cuando compartimos una idea, se vuelve fértil, crece, se nutre de la perspectiva del otro. Y, más importante que todas esas cosas, cuando salen de nuestro diálogo interno, podemos evaluar nuestras ideas, saber si son viables o no, si suenan tan bien como sonaban en la ducha, o en el subte, o mientras paseabas al perro.

No hay forma de testear una idea desde nuestra imaginación. La única forma de hacerlo, es en un contexto real, bajo condiciones reales. Y para eso, hay que empaquetar y enviar.

empaquetar + enviar

¿Qué significa, puntualmente, esto? Empaquetar refiere, simplemente, a dejar de dar vueltas. A menudo, resulta difícil encontrar un equilibrio entre trabajar de menos en una idea, y trabajar de más. Para cualquiera de los extremos, el exceso nos juega en contra.

Empaquetar una idea es decidir que es hora de cerrarla. No de dejarla tal cual está, sino de ordenarla y cerrarla sin seguir desarrollándola. Y enviar una idea es compartirla, para que crezca. Si lo leíste bien, entendiste que se trata de aceptar, en algunas ocasiones, que vos mismo ya no podés seguir dándole forma a una idea, y que necesitás desprenderte, y sacarla al mundo, para que otros puedan desarrollarla y hacerla florecer.

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Empaquetar y enviar es un acto de desprendimiento. Es entender que hay veces en que, por el bien de tu idea, tenés que correrte del medio y dejarla madurar por su cuenta.

 

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Ideas Robadas III

Esta es la tercera y última parte -al menos por ahora- de esta pequeña saga que narra la-vida-después-de-que-te-desvalijen-la-casa.

En la primera parte, les propuse un cambio de óptica: vislumbrar nuevos horizontes, y ver de otro modo los horizontes actuales.

En la segunda parte, mi propuesta es que, tanto en las buenas como en las malas (pero se nota fuerte en las malas), lo que hace la diferencia son los lazos humanos.

En esta tercera parte, quiero hablarles de la resiliencia, que es la capacidad para adaptarse con éxito a la adversidad.

resilience_leafinground

¿Podemos adaptarnos a una situación traumática con éxito? Sí, y no sólo podemos, sino que hacerlo implica que podemos recuperar lo perdido, y además haber ganado algo de experiencia, y llevarnos dos ideas fundamentales para la vida y, por qué no, los negocios:

 

siempre se puede volver

Lo perdido se puede recuperar, los errores se pueden convertir en trampolines, y el éxito, como dijo alguna vez Winston Churchill, es «ir de fracaso en fracaso, sin perder el entusiasmo«. Y esta idea nos sirve para

 

perder el miedo A caer

Pasar por una pérdida traumática templa el carácter, y permite adquirir las herramientas necesarias para recuperarnos y reconstruirnos, pero sobre todo nos pone cara a cara con una realidad revitalizadora: si seguimos en pie, es porque somos más fuertes y resistentes de lo que creíamos, o al menos más fuertes que el golpe. Así descubrimos un nuevo límite para nuestras capacidades, nos damos cuenta de todo lo que podemos superar.

 

Nos pueden robar lo material, pero no las ganas de seguir creando, de seguir trabajando, de seguir adelante. Y para cerrar, una aclaración sobre el título de estas tres historias que son una sola:

Las ideas se pueden robar, pero no la capacidad para generar nuevas ideas.
Las ideas se pueden robar, pero es un robo que no quita: por cada buena idea robada (o compartida), hay dos personas con una buena idea.

Las ideas no se pueden robar, porque las ideas no tienen dueño.

 

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